domingo, 20 de junio de 2010

Mogátar, escenario del encuentro anual de asociaciones de mujeres




Mujeres de diecisiete pueblos de la comarca de Sayago se reunieron ayer en Mogátar para celebrar el encuentro anual, que este año ha tenido a este pueblo (anejo del Ayuntamiento de Fresno de Sayago) como anfitrión de la fiesta de hermandad. Ha sido la undécima vez que las mujeres protagonizan la convivencia entre asociaciones en un encuentro que se celebra como colofón del trabajo que realizan a lo largo del año, coordinado por el Centro de Acción Social y que pretende unificar esfuerzos y revitalizar la vida cultural y el desarrollo social de los pueblos. En un día espléndido, las mujeres lucieron la indumentaria tradicional, mucha cosida con sus propias manos. Uno de los actos principales fue la misa castellana, llena de colorido, que dio paso a las actuaciones y una comida de confraternización. El alcalde de Fresno, Carlos Vega, dio la bienvenida a todas

miércoles, 16 de junio de 2010

El 5% de la raza sayaguesa, a Valladolid


Sayago / Un tronco genético en peligro de extinción


Un ganadero de Morales de Campos compra 50 ejemplares de bovino autóctono para criarlos en régimen extensivo en el páramo mesetario


CELEDONIO PÉREZ Nunca habían viajado tanto las vacas de raza autóctona sayaguesa. Si son como son: rústicas, fuertes, muy adaptadas al trabajo de campo es, seguramente, por haber vivido siempre en un ambiente cerrado, entre cuatro paredes de granito de cientos de cortinas. Ahora es diferente, este tronco genético en los últimos años se ha abierto al exterior. Un ganadero leonés, Antonio Casado, cría 200 ejemplares en las estribaciones de los Picos de Europa y los convierte en bueyes, que alcanzan precios astronómicos convertidos en chuletas que compiten con la carne de Kobe (Japón); varios animales han viajado a países europeos para formar parte de un experimento científico que busca recuperar el uro europeo; y ahora, más de 50 acaban de ser vendidos a un ganadero de Morales de Campos (Valladolid) donde van a criarse en régimen extensivo, más del 5% de la raza se va a ir en breve camino de la provincia vallisoletana.Antonio Domínguez Hernández, presidente de la asociación nacional de criadores de raza sayaguesa, aún reconociendo que la situación está «muy mal» para todo el sector agropecuario, cree que las razas autóctonas «han recuperado terreno» en los últimos años y que la demanda en el exterior ha crecido «seguramente por la rusticidad de los animales y porque se adaptan a todos los medios».Esta asociación de criadores ha gestionado la operación de venta con los propietarios de la granja vallisoletana. «No ha sido fácil reunir cincuenta animales porque las explotaciones son pocas y, en muchos casos, la cabaña está comprometida por los pagos de la PAC y por otras ayudas oficiales». Con todo, al final se ha conseguido y el lote está dispuesto para salir hacia Valladolid, concretamente a la localidad de Morales de Campos, un pueblo muy cercano al límite de la provincia de Zamora por la zona este, en línea recta con la localidad de Villavendimio.«Los animales -explica Antonio Domínguez- creemos que van a ser criados en régimen extensivo. Sí que sabemos que en la granja ya hay más ganado vacuno, aunque de razas de aptitud cárnica. Estamos convencidos de que una explotación con vacas sayaguesas puede ser rentable. Estos animales aprovechan muy bien el medio y empiezan a tener salida en el mercado por la calidad de su carne, de unas condiciones organolépticas excepcionales».Domínguez Hernández cree que el «gran problema» para el futuro de esta raza autóctona es «la falta de relevo generacional». «Los jóvenes no quieren quedarse en los pueblos y no porque las explotaciones no sean rentables; el gran problema es que esta tarea es muy esclava, no te permite tener vacaciones y hay que trabajar todos los días. Ese es el gran freno para la incorporación de ganaderos jóvenes. Los chicos prefieren irse a las ciudades a trabajar, aunque ganen menos dinero, pero saben que van a tener vacaciones y van a librar ocho días al mes; aquí no».La solución para Antonio Domínguez pasa por aumentar la rentabilidad de las explotaciones de vacuno sayagués. «Eso solo se consigue incrementando los censos de las granjas, a la vez que se aumenta la mecanización y también, de alguna manera, las administraciones tienen que aportar su granito de arena en pro del mantenimiento de un tronco genético que es único y que está en peligro de extinción». Muchas veces los ganaderos, en las tertulias en los bares o en las solanas en las esquinas de los pueblos, hablan sobre el dinero público que se destina a especies animales (todas ellas salvajes) en peligro de extinción; ahí está el caso del lince o del águila perdicera. «Hablar de las cantidades que van a determinadas especies es sonrojante, pero ahí está y la sociedad es como es y es muy difícil cambiarla».En los últimos años, ha habido muchos intentos de intentar potenciar la carne de bovino sayagués. Para ganaderos y hosteleros de la comarca sayaguesa es el tronco de una carne exquisita, singular y única, pero también la vaca sayaguesa es un animal que, por sus condiciones morfológicas, ha sido señalado por técnicos europeos como el más similar al desaparecido uro europeo, el «boss primigenius», origen de todas las razas bovinas del continente.Los sayagueses están convencidos de que «hay que aprovechar al máximo» la circunstancia de que la raza sayaguesa ha sido elegida por varios países de Europa Central como el punto de partida para recuperar (en lo posible) el uro, un bóvido salvaje, padre del toro actual. El último ejemplar superviviente, una hembra, murió en los montes de Polonia en 1627.Esta raza autóctona ya se ha convertido en atractivo turístico y se pretende que lo sea aún más. Su manejo, su estética y su forma de vida quieren ser mostradas dentro de un programa controlado por los ganaderos.Los criadores de esta raza están convencidos de que la situación es crítica y que este tronco genético se va a morir en breve si no se toman medidas. La vaca sayaguesa merece seguir existiendo por muchos motivos. Por su estética, por su gran valor gastronómico, ya que aporta una carne única, que encaja perfectamente con un mercado que cada vez exige más calidad, y también por su valor turístico, porque es capaz de atraer a muchos visitantes.

jueves, 10 de junio de 2010

Un sayagués afincado en Alemania, premiado por la Asociación de Empresarios


Un sayagués afincado en Alemania Vicente Silvo fue el ganador del sorteo de mil euros realizado el pasado verano por la Asociación de Empresarios de Sayago (AES).


B. A. El resultado del sorteo, aunque sorprendente no lo es tanto dado el elevado número de emigrantes que la comarca tiene repartidos por todo el mundo, «pero no deja de ser curioso el carácter internacional que ha adquirido la promoción en esta última edición», explicaron fuentes de la asociación empresarial. El pasado 27 de Mayo, Vicente Silvo volvió a viajar a su tierra natal para recoger el cheque simbólico, que le permitirá gastar sus mil euros en productos y servicios suministrados por las empresas sayaguesas que más se adapten a sus necesidades.En puertas de iniciarse la campaña de este año, la Junta Directiva de Asociación de Empresarios de Sayago confía en que «el azar vuelva a dar alas al premio, con el fin de Sayago siga teniendo visibilidad más allá de sus fronteras».

lunes, 7 de junio de 2010

«Antes venían tres pueblos cargando con los pendones y los santos cristos»


Daniel Villar, de 94 años, recuerda al dedillo las misas cantadas en latín . Sacristán de Fariza.


I. G. A Daniel Villar Herrero todo el mundo le conoce como el sacristán. Esa ha sido su profesión toda la vida, ya larga, con 94 años a sus espaldas. Es uno de los privilegiados testigos de casi un siglo en la prolongada historia de la romería de Los Viriatos. «Antes venían tres pueblos nada más, Mámoles, Cozcurrita y Fariza. Venían andando con los pendones y los santos cristos, que pesaban una barbaridad», recuerda aposentado sobre las escaleras de la cruz situada frente a la iglesia de Fariza, el pueblo que le vio nacer. Al margen de su testimonio, el verdadero tesoro que esconde este nonagenario es su voz, capaz de reproducir la misa en latín, cantada «como antes». «Ahora todo es en castellano», comenta con cierta nostalgia.

Almeida les dio la vida, Argentina los unió


Aunque Ana Martín y Julio Fuentes viven en Buenos Aires, su corazón está en el pueblo sayagués, donde se sienten «como en casa»




ANA MARÍA CAVERO Entre dos amores ha transcurrido la vida de Ana Martín Santos y Julio Fuentes Fariza. Ambos han tenido que compartir su cariño entre la tierra que los vio nacer y aquella que ha sido su hogar durante los últimos 50 años.Nacieron en Almeida de Sayago pero el destino quiso que se conocieran a miles de kilómetros en la ciudad de Buenos Aires a dónde llegaron junto a sus familias para labrarse un futuro mejor. Sin embargo, nunca olvidaron sus raíces y por ello la pareja cada vez que puede regresa a Zamora para reencontrarse con su familia y con sus orígenes.Ana Martín cuenta que, por esas casualidades de la vida, su madre Teresa Santos nació en Argentina aunque vivió en Zamora desde los tres años. «Mis abuelos eran zamoranos pero vivieron 9 años en Argentina y fue entonces cuando nació mi madre. A pesar de que ella creció en Zamora su deseo fue siempre el regresar su país natal y después de casarse con mi padre, Julio Martín, lo convenció para viajar allá así que el año 1950, cuando yo tenía 9 años, partimos hacia Buenos Aires a emprender una nueva vida. En Argentina nacieron mis dos hermanos José Manuel y Antonio que, a pesar de ser porteños igual sienten un gran apego por Zamora e incluso han venido a conocer Almeida porque mi padre siempre nos inculcó a todos el amor por el terruño».La historia de Julio Fuentes también está marcada por la emigración. «Mi padre se casó dos veces. En su primer matrimonio tuvo tres hijos y en el segundo ocho más, entre los cuales me encuentro yo. Mis tres medio hermanos mayores se fueron a vivir a Argentina y en una ocasión que vinieron a Zamora de paseo me convencieron para que yo también me fuera a vivir allá. Aquí estábamos viviendo una época muy pobre y éramos muchos miembros en la familia así que con 25 años, después de haber hecho el servicio militar, emprendí el viaje». Las familias de Ana y Julio se conocían de Almeida y esa amistad continuó en el Nuevo Mundo. «Yo quería casarme con una zamorana así que le pedí permiso al padre de Ana para llevarla a bailar a una fiesta de carnavales, nos gustamos y nos enamoramos», cuenta Julio.En 1963 se casaron y de su unión nació su hijo Marcelo Alejandro que les ha dado a Julio y a Ana dos nietas Martina Alejandra y Carolina Sofía.Aunque eran felices con la familia que habían formado y la vida que tenían en Buenos Aires Julio y Ana cuentan que sentían que les faltaba algo: «En el desarraigo se sufre mucho», puntualiza Julio.«A pesar de que estábamos muy bien integrados en la sociedad y las costumbres argentinas en cierto modo seguíamos sintiéndonos extranjeros. Recordábamos constantemente Zamora y todo lo que dejamos atrás», sostiene Ana y Julio añade: «Yo echaba de menos todo, las costumbres de Almeida, el clima, la comida de Zamora y muy especialmente a mi familia porque aunque poco a poco y con el tiempo de los 11 hermanos que éramos 9 vivíamos en Argentina otros dos se habían quedado en Almeida».Por todo ello es que la pareja decidió empezar a ahorrar y a planear el viaje para volver a Zamora. Un sueño que finalmente pudieron cumplir el año 1993.«El que más ilusión tenía en el regreso a la tierra era mi padre. Aunque llevaba viviendo en Argentina más de 40 años no había un solo día en que no se acordara de Almeida. El hubiera querido regresar a Zamora a vivir pero mi madre nunca quiso. Por eso cuando mi marido y yo empezamos a planear el viaje a España mi padre no dudó en decir que nos acompañaría a pesar de que en aquella época tenía 83 años» cuenta Ana y añade: «Mi padre gozó como un chiquillo y se emocionó hasta las lágrimas cuando volvió a poner los pies en suelo zamorano. Y el reencuentro con sus hermanos fue muy lindo, muy emocionante. Para él fue una alegría enorme volver a Almeida y decía que ya no quería regresar a Buenos Aires que se quería quedar a vivir sus últimos años en Zamora».Por su parte Julio cuenta que volver a la tierra que lo vio nacer fue un sueño hecho realidad: «A pesar de que había pasado mucho tiempo recordaba todo como si me hubiera ido ayer. Encontré el pueblo muy lindo y cambiado porque cuando yo me fui no había luz, ni agua, ni asfalto así que todo estaba mucho mejor y más bonito».A partir de ese primer viaje que ambos califican como «inolvidable» Ana Martín y Julio Santos hicieron el propósito de regresar a Zamora cada vez que pudieran. Y así lo han hecho. Hace poco culminaron su cuarta visita a estas tierras y esperan que «no sea la última».«En Almeida nos sentimos realmente como en casa. Los dos tenemos familia aquí y aprovechamos nuestra estancia para estar con ellos. Nos gusta venir para la fiesta de San Roque para poder participar en la romería, ir a los toros, a la procesión y disfrutar de todas esas costumbres que tanto echamos de menos cuando estamos lejos», cuenta Ana Martín.«Desde Argentina tratamos de mantener los vínculos con Zamora, nos mantenemos en contacto con la familia por teléfono y somos socios del Centro Zamora de Buenos Aires pero no es lo mismo que estar aquí así que esperamos poder volver siempre», puntualiza Julio.

Hermandad de pendones en los Arribes


Fariza da la bienvenida a la Fiesta de Interés Turístico con una multitudinaria romería de «Los Viriatos»





IRENE GÓMEZ, FARIZA Fariza, enclave sobresaliente del Parque Natural de los Arribes del Duero, rememoró ayer, como cada primer domingo de junio desde hace más de cuatrocientos años, la romería en honor a la Virgen del Castillo. Ocho pueblos del Bajo Sayago -Argañín, Cozcurrita, Badilla, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Tudera y Zafara- desempolvaron los majestuosos pendones de tela blanca, cristos procesionales, estandartes y cruces parroquiales para dar vida a la romería que les llevó hasta el espectacular arribanzo sobre el que se levanta la ermita de Nuestra Señora del Castillo. Es la celebración de «Los Pendones» una de las manifestaciones religiosas y populares con más arraigo del oeste zamorano, enaltecida este año con la flamante declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional. Un reconocimiento que supone a la vez un compromiso de estos pueblos con la permanencia de la tradición. Es por ello, que el Ayuntamiento pretende promover un grupo comprometido «con la organización, el sostenimiento y la dinamización de la romería», explica el alcalde de Fariza, Manuel Ramos. Llámese cofradía, hermandad, asociación... eso será lo de menos. Lo importante es que «los vecinos de todos los pueblos se impliquen. Necesitamos apoyo humano para que todo esto salga adelante». Este año, la participación de jóvenes portando los pendones (es el caso de Zafara o Fariza) abriga la esperanza de que una savia nueva tome el testigo de la fiesta. Porque hasta en eso influye el declive demográfico que afecta a la comarca. Sin relevo será cada vez más difícil sostener una tradición que hunde sus raíces en el año 1611, cuando se funda la Cofradía de la Virgen del Castillo. Sin embargo abundan teorías en torno al origen de la romería, que algunos expertos sitúan en la época prerromana por la mención a Viriato, pastor lusitano que hizo frente a la dominación romana. O en el periodo medieval, toda vez que los pendones, como símbolos militares, identificaban a los concejos en las contiendas. Sea cual sea el germen de esta peculiar celebración, existe constancia de su permanencia a lo largo de los últimos cuatrocientos años. Es uno de los símbolos identitarios del Bajo Sayago y así lo corroboran los cientos de romeros y visitantes que cada año acuden a Fariza. Ayer recaló incluso algún autobús procedente de Salamanca, y muchas personas llegadas de diversos puntos de la provincia y el cercano Portugal, atraídas por la singularidad de la romería, que tiene su momento clave en la procesión desde el pueblo de Fariza hasta la ermita de la Virgen del Castillo por una bella senda en la que sobresalen los pendones, hábilmente portados por los pendoneros y ayudados por los cordeleros, sujetando las cuerdas que parten del extremo superior del mástil. Cientos de personas acompañaron al rosario de pendones que, altivos e inmaculados, sobresalen entre la multitud a lo largo de su recorrido por las entrañas del Parque Natural. En la ermita, enclavada sobre uno de los más bellos parajes del arribanzo, los pendones dan la vuelta por los alrededores para descansar antes del retorno. En realidad la fiesta comienza por la mañana, cuando el pueblo de Fariza, con la Virgen del Castillo llevada en andas por los vecinos y escoltada por miembros de la Corporación Municipal va recibiendo, a los sones de la dulzaina y el tamboril, uno a uno a los otros siete pueblos que llegan con su pendón, estandartes y cruces. El tiempo estival daba ayer un respiro con un ligero descenso de las temperaturas, respecto al día anterior, que hacía más saludable el recorrido.A diferencia de antaño, cuando los pendoneros cargaban con el pendón desde su respectivo pueblo hasta Fariza, ahora se transporta con el tractor. Los tiempos han cambiado, como recordaba Daniel Villar Herrero, el sacristán de toda la vida en Fariza. «Venían con los pendones y los santos cristos. Algunos pesan una barbaridad, ya no hay quien los lleve». Tanto sudaban quienes peregrinaban con las gigantescas enseñas que era bien merecido un tentempié. Tal es el origen de la degustación de escabeche, antes aportada por cada uno de los pueblos y que ahora corre a cargo del Ayuntamiento de Fariza. A esa hora, los pendones ya han quedado plantados y sujetos por los cordeles a los cortinos hasta las cinco de la tarde, cuando los pendoneros vuelven a enfundarse la banda de cuero para levantarlos camino de la ermita. Tras los merecidos descansos, el regreso y la despedida a cada uno de los pueblos. A Badilla, Cozcurrita y Argañín en el Puente del Porto; a Mámoles en la Fontanica; a Palazuelo en el Humilladero; y a Tudera y Zafara, en las Paneras. Aunque ahora son ocho los pueblos que se suman a la celebración, a lo largo de la historia han participado con sus pendones Muga, Gamones, Torregamones, Fresno de Sayago, Almeida y Cibanal; además de los portugueses de Freixoa y Cercio. Este año, como bienvenida a la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional, el Ayuntamiento ofreció una recepción a las autoridades españolas y portuguesas invitadas a la romería. La presencia de los últimos pretendía también «invitar» a los vecinos lusos a una «participación más activa» en la celebración de «Los Viriatos», evocando tiempos pasados. Todo por el relanzamiento de una fiesta «muy querida y sentida por los sayagueses de esta zona», expresaba el alcalde Manuel Ramos. Una romería que pretende erigirse en la gran «seña de identidad cultural que han mantenido nuestros antepasados y ahora estamos llamados a recoger ese testigo».

sábado, 5 de junio de 2010

Fariza estrena Los Viriatos como Fiesta de Interés Turístico Regional

Ocho pueblos participan mañana en la popular romería de los pendones.


I. G. La localidad de Fariza se convierte este fin de semana en el gran punto de encuentro popular con motivo de la romería de Los Viriatos y la Virgen del Castillo, una celebración que este año tendrá un carácter especial porque se estrenará como Fiesta de Interés Turístico Regional, declarada por la Junta de Castilla y León en mayo pasado. Los pueblos de Argañín, Badilla, Cozcurrita, Mámoles, Palazuelo, Tudera y Zafara llegarán mañana a Fariza (11.00 horas) portando sus pendones y estandartes en lo que se considera una de las fiestas de más tradición y popularidad del oeste zamorano. Esta vez es la comarca de Sayago la protagonista de una fiesta que aúna originalidad, tradición, valor cultural, antigüedad o pervivencia. Aunque la fiesta comienza mañana con la despedida de la Virgen del Castillo, un partido de pelota y la verbena en Fariza, el gran día será mañana cuando el pueblo sayagués recibe a los del entorno. A las cinco de la tarde pendones, pendonetas, cristos y cruces junto a la Virgen del Castillo acuden en romería a la ermita para regresar a las 19.30 horas y despedir a cada uno de los pueblos participantes.